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Historias de Manu(III)

Historias de Manu(III)

Manu pasa el año 1993 trabajando en otro sueño demencial, en otro proyecto que se propone llevar a cabo mientras todos los demás lo miran como a un loco. Un dia Coco cuenta a Manu lo que ha visto en Colombia; existen líneas de ferrocarril... pero no hay trenes!.

“Después de esto montamos un carro con cuatro ruedas y hacemos que vuelvan a circular trenes en Colombia” una idea, un disparate de esos que van formándose en la cabeza de Manu, convirtiéndose en mas ideas que hay que estudiar, planear y realizar como sea. Hay que tener además una buena dosis de inconsciencia para concebir proyectos semejantes!.


El plan consiste en rehabilitar los ferrocarriles de las antiguas compañías coloniales de la banana y el café. Se parte de Bogotá , y de ahi llegar a la costa , a Santa Marta y de allí bajar de nuevo hacia la capital deteniéndose unas diez veces para montar el espectáculo.

Hay que atravesar el Magdalena Medio, regiones en poder de la guerrilla, tierras controladas por los narcos, esos señores Matanza omnipotentes e impunes, pequeños estados dentro del estado.


El tren que recorre la ruta de Bogota a Santa Marta y vuelta, es bautizado en honor a las historias de Gabo con el nombre de el expreso del hielo. Lleva el hielo a Macondo igual que en la mas hermosa, soñadora y furiosa de las fábulas latinoamericanas.


De nuevo se obedece al sueño de Manu: tocar y llevar la feria allí donde no va nadie, hallar un publico virgen que no haya visto nunca un concierto de rock ni nada parecido.


La cuestión de la seguridad ha sido debatida muchas veces. Aunque en sucesivas entrevistas Manu habla de misteriosos contactos con emisarios de la guerrilla con los que al parecer han pactado la absoluta integridad del tren, lo cierto es que nunca se sabe y que las situaciones de tensión durante el trayecto no depende solamente de las FARC.


Lo mejor es el tren: veintiún vagones han sido laboriosamente rehabilitados con chasis herrumbrosos y simples plataformas traqueteantes.

Todo tiene que funcionar. Hay que pintarlo y cargarlo todo. Hay que dar al tren ese aspecto de visión, de mágico cuerpo rechinante que cruzará tres cordilleras y se meterá luego de cabeza en la Colombia profunda. No todos son técnicos. Muchos vienen del mundo del espectáculo, de la cultura. Hay directores de cine, artistas, trabajadores del circo y otra gente de mal vivir. Durante meses no reciben paga alguna, aun teniendo familia, mujeres e hijos en su país.


La víspera de la partida se trabaja todavía febrilmente para cargarlo todo pero cuando por fin el tren se asoma a las vías de la pequeña estación a unos treinta kilómetros de Bogota, comprenden que el sueño esta a punto de ponerse en marcha.

(...continuara)


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