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Sailor Worlds

Orson V. Lalalielo te la entorcho

Orson V. Lalalielo te la entorcho

Apreciadísimo Filandrúpp:

Retomo la nunca abandonada palabra con la esperanza de generar más de ésta por medio de más de aquéllas. Y es que, aunque pudiera haber parecido lo contrario, hoy me sobran las palabras que se me caen de los dedos y no puedo por menos de dirigirme a su vuesía de usted con el coraje redoblado que supone el saberse leído por tan alta y considerada figura, cual Napoleón tras la batalla de las Naciones en busca del Waterloo total en sus Cien días de gloria.
Creo que dejaré por una temporada los halagos hacia su persona por innecesarios en cuanto a de su vuesía sabidos, esperando que no entienda como afrenta ni descortesía mi, en adelante escasez de elogios con que seguiré en las ya tan sólo 19 veces que me restan de dirigirme a su idolatrada excelencia del saber universal, potencialmente hablando, con los escasos conocimientos que este su incondicional tratará de encerrar en sus cartas. Si es capaz de entender, sin duda será por esta capacidad de la que me siento orgulloso igual que un hombre ante una boñiga de vaca adulta aún caliente que le recorre los intestinos durante el bostezo del despertar de una siesta campestre.
Hoy versaré sobre quién sabe qué.
Esta última frase que pudiera parecer vacía de contenido para el más pintado, nos viene que ni aquel al hilo de ninguna cosa para algunos, pero quizás a demasiadas de las mismas a otros ojos. Tranquilo Filito -y permíteme la familiaridad, que cosas más feas he oído de otras bocas en referencia a su persona y ya nos hemos tratado en cuatro ocasiones bien contadas- que habré de explicarme en forma alguna en cualquier momento, aunque por el ídem no acabe de ver claro cuando llegará ese gran sustituido en dos ocasiones y en tan sólo una frase. No le tengo miedo a la redundancia pues probado y confesado es el "mi amor" por ella, pero tendré mis razones no?.
Acaso lo evité por cortesía a su delicada y paupérrima dicción de las nasales o acaso sólo que antes quiero explayarme en la observación de mi antepenúltima frase, contando desde la que estás leyendo, hombre.
No puedo callarlo más y he de decirle que aunque admirable, no entiendo el aguante que demuestra con doña Loli cuando le grita, practicamente a la cara, unas barbaridades que despertarían los diablos en los santos ángeles, sin oponer resistencia a los tirones que aquélla le propina desde el otro lado de la correa con que sujeta y viste su fino cuello, como única prenda. Me parece exagerado el talante y la paciencia que derrocha su vuesía de su organismo al admitir tales y otras burlas en las que abunda la dicha sujeta, y es por ello que me tiene confundido.

Dicho esto, me arrancaré por de ende que los versos osados del osado Macarróstenes allá por el siglo VII antes del jesus, ya que tampoco me veo yo con ganas ahora de afilar lo que ni siquiera se ha insinuado aquí, al menos en mi presencia, vaya:

Hoy versaré sobre quién sabe qué,
pues qué sabe quién sin duda
sin ninguna prisa, sin amargura
pero no es quien para depende qué.
Si versando en la eterna duda
de qué sabe quién o quién sabe qué
hubiera hallado fortuna aquel
velero bergantín
bajel timorato le llaman...

Perdimos la conexión pero tampoco pretendo ya más esfuerzo por hoy de su parte, por lo que iré despidiéndome de la vuesía de usted con todo mi respeto y cordialidad posible, humanamente narrando.

Orson

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