Blogia
Sailor Worlds

Sobre gustos no hay nada escrito?

Sobre gustos no hay nada escrito? Creo firmemente que dejamos constancia en cada palabra de lo contrario. Los protocolos de comportamiento nos dan una idea de convenciones sociales en las que buen gusto es referido a ciertas normas recogidas y actualizadas por escrito en algún decálogo –o aún jiliálogo- que podemos dinamitar en cualquier momento llevándolo al terreno del mundo interior, con un mísero “a mí me parece” un  “a mí me gusta”. ¿Qué he querido decir con esto? Estoy guerrero en esta tarde de domingo y tirando del hilo de la madeja más cercana, de una de las capas de una cebolla indeterminada que troceo con el ojo humedecido mientras escucho el último single del gran Jamiroquai  “Runaway” por enésima vez –que encarecidamente te recomiendo (http://mfile.akamai.com/1689/wmv/bmguk.download.akamai.com/1689/jamiroquai/runaway_512k.asx)

Utilizamos esta frase para justificar la amplitud de entendimientos y diferencias en la percepción que cada uno tiene sobre un mismo algo, pero dependiendo de quién juzgue podría derivar en una excusa carente de contenido, proveniente de un ente con poca afición a lo reflexivo o quizás sumido en las aguas de la supina ignorancia, con las que un servidor fue bendecido no pocas veces por el cura de latín. Reduciré este vasto pensamiento a un ejemplo fácil aunque me imagino que muchos habréis pensado en otros más serios.

¿Porqué odio la música de Enya? Sin ánimo de vituperar a nadie y mucho menos a esta señora que hace las delicias de tanta gente, me seguiré con un par de razones que bien pudieran ser rebatidas con otras tantas, pues sobre gustos escribo y con ganas de muestreo blogial  en cuestión tan opinable:

-Es dulzona y melosa. Empalaga desde los primeros compases y me pregunto si habrá alguien que haya escuchado una sóla canción de principio a fin. Y un cd entero ya es impensable a no ser que esté en la uvi o sea sordo. Deberían venderlo con almohada incluida de regalo.

-Es previsible y carente de vitalidad. No pasa nada. Está muerta y huele un poco ya y también desde el principio, con lo que me reafirmo en la pregunta del primer punto sin ninguna acritud.

 

Como veis no sabría decir si me gusta o no con exactitud, pero seguro que podeis ser igual de imprecisos en vuestros comentarios. Quedo deseoso de ver como hacemos trizas el dicho entre todos dejando testimonio escrito en este humilde blog.

4 comentarios

enya -

uuuuuuuuuhhhh, uhhhhhhhhh
uhhhhhhh uuuuuuuuuuuuh
chenowei chenowei chenowei

macarro -

He encontrado ejemplos más certeros en esto del definir el buen gusto que me han gustado y que os dejo aquí:

El "buen gusto" como norma equivale a una amonestación para que neguemos nuestro sincero gusto y lo sustituyamos por otro que no es el nuestro, pero es "bueno".
José Ortega y Gasset

El buen gusto es arte está en el justo medio, como la virtud: entre la necedad del vulgo y la de los elegidos.
J. Rostand

El buen gusto proviene más del juicio que del talento.

macarro -

Sólo que en ningún momento comparé en el artículo al gran Jamiroquay con Enya, sobretodo porque no hay comparación posible entre alegría y languidez, como no me imagino comparar una peli de swchatzeneger (o como conio quiera que se escriba) con una de las que recomienda el amigo Juanma en su blog "el rayo verde". No hay mejores ni peores pero sí diferencias evidentes que cada uno aprecia distintamente, incluso dependiendo del momento y/o la edad o tantos otros factores como los culturales por ej. Es cierto que para haber intentado abrir un
debate de gustos en el que se dejara constancia de los propios, uno no empezó con buen pie, pues en vez de ello dejé escrito lo que no me gusta con el ánimo de crear algo de polémica sana. Me doy cuenta ahora que transmite un mensaje negativo nada reflexivo (me hace relacionar con algunas ideas en cuanto a la comunicación), si bien me hubiera gustado que fuera un sondeo más amplio, con el que quizás vislumbrar las percepciones de cada uno en cuanto a la música, con "ella" como excusa, muy recurrente en las conversaciones con el amigo Oscar. Al final, acabo respondiendo a este "tú-mí" que ya hubimos zanjado tantos días entre risas. Sin duda el opinar negativamente sobre algo es impopular y más arriesgado que lo contrario, entre otras cosas también porque lleva al lado oscuro amigos. No volveré a pecar y escogeré mejores temas para debatir aunque ya que hemos empezado y por acabar… sigo pensando que no me gusta su música, aunque la pueda
disfrutar en ciertos momentos(siempre de fondo casi imperceptible donde su simplicidad y la empalagosa misma melodía de los primeros compases se repita hasta el infinito sin importarme lo más mínimo ocupado en cualquier otro pensamiento más importante –parpadear valdría-. Que no influya mi ánimo ni me desespere, eso sí, con el máximo respeto para los que encuentran la paz interior o cualquiera sea la cosa que hallen en ella y sin que por ello tenga nadie que justificarse. Acaso con curiosidad, pues como digo, sobre gustos se escribe y a veces incluso demasiado.

oscar -

Cantos tribales procedentes de épocas remotas, donde cada tribu clama como propios, mejores y únicos sus terrenos, sus culturas, idiosincrasias y, en último y oscuro término, sus genes, resuenan a través de insospechados orificios de la realidad. ¿Suena muy agresiva esta afirmación? Ya lo creo que suena agresiva, y mil perdones pido en consecuencia, porque cierto es que corro el riesgo de cometer el mismo pecado del que soy parte acusadora. Pero volvamos, ¿qué orificios de la realidad son esos, por los que se cuelan melodías arquetípicas? ¿Volvemos otra vez al rollo de los armónicos de la realidad? No, pero casi.
Si seguimos el eco sutil, los encontramos en el deporte, en la política, en la música, en las bandas juveniles, en los programas de televisión, y un largo etcétera. ¿Qué tienen en común estas cosas? ¿Qué armónico fundamental comparten?
¡La diferencia!
Allí donde hay dos o más conceptos diferentes, inevitablemente surgen individuos que agarran fuertemente una de las banderas a elegir y sienten que su vida tiene más sentido desde el momento en que "defienden" algo y "luchan" por ello porque creen que es "mejor" (ecos de danzas primigenias alrededor de una hoguera resuenan en el silencio). Ya sea una ideología política a defender entre varias, sea un personaje televisivo a defender entre varios, sea una religión entre varias, sea una estética punk, gothik, yuppie, homo, skin, hetero, latin, rap, etc, etc, sea lo que sea a elegir entre varios, una vez que efectuamos nuestra elección, y la sentimos como propia, buena y correcta, la "defendemos" a ultranza desde lo más profundo de nuestros genes. No importa si es un partido político, o una etnia callejera, o un equipo de fútbol, o un ejército, o un "hecho diferencial", o una kale borroka, o un cantante o un estilo musical... Una vez que nuestra elección de bandera está hecha y nuestra mano se aferra a ella, sentimos una extraña e inexplicable satisfacción por creerla mejor que otras y defenderla, curiosa transformación que mezcla sentimientos de justicia por lo que uno cree correcto y el orgullo de saberse fiel engranaje leal a un grupo... (doy vueltas y vueltas alrededor del fuego, ¡hunga-hunga-hunga!)
Hay muchas formas de medir las cosas. Algunas, como el peso o el volumen, se miden igual en todas partes del planeta, y el consenso en la medición es unánime. Pero en gustos..., amigo, aunque uses tu vara de medir y te maravilles ante las áureas proporciones de tu idolatrado objeto medido, otro llegará con otra vara distinta y hallará desierto donde tú encontraste oasis.
Y como sabiamente predecías, macarro, aquí traigo la carga de dinamita envuelta para regalo: las varas con las que se miden las emociones que uno siente ante una melodía, no pueden traspasar la invisible frontera del yo si no es a través de un mísero "a mí me parece" o un "a mí me gusta". Qué triste es que así sea.
¿Odias la música de Enya? ¿Es dulzona y melosa? Pues lo siento, tío, pero no pasa nada, tranqui. En cambio, la primera vez que yo la oí me evocó imágenes de castillos medievales en brumosas praderas y mundos élficos, sin haber recibido influencias previas de nadie, salvo haber leido el hobbit y cosas así. Fue mi descubrimiento secreto y personal, a través de la radio, que ni conté a nadie porque a nadie interesaba, aparte de que era tonto darle importancia. Me gustaba y punto. Luego me asombré, sin embargo, cuando comprobé que otras personas a las que nunca conocí les ocurría lo mismo al escuchar esa música. ¿Casualidad? ¿O alguna resonancia obtenida según la técnica sintonizadora del filósofo Igualix, captada del fondo de radiante del subconsciente colectivo? Como paranoica confirmación, eligieron a Enya para componer una banda sonora del Sr. de los Anillos, de ambientes mágicos, élficos y brumosas praderas de algún norte lejano. Mmm...
Y todo aun a pesar de la previsibilidad de sus acordes. Será que no está ahí la causa de que guste. No se pueden aflojar tuercas con un destornillador; a lo mejor hay que buscar otra herramienta, medir con otra vara que vaya más allá de la secuencia numérica de frecuencias y longitudes sonoras. Se presta al estudio este tema, puede que también haya varias capas superpuestas en la cebolla de las melodías, y cada uno de nosotros lagrimee más con unas que con otras.
¿Cómo podría traspasarte esas evocaciones para que las disfrutes tú también? No tengo ni idea. Sé que aquí están, en mi coco, vienen solas, pero no sé plasmarlas fuera, es mi locura personal e intransferible, como la de otros. Tampoco he visto nunca escrita la forma de hacerlo, por lo que siento concluir que no hay nada escrito. Hay escrito mucho sobre los gustos de cada uno, he aquí la muestra, pero no sobre Gustos en un marco de referencia absoluto.
Así que me alegro mucho de poder discrepar amigablemente, pero ciertamente me lo has puesto a huevo, macarro, muchas gracias. Además, Jamiroquai también me gusta, por lo tanto mi tribu es más que la tuya, y es mejor, y Alonso dice: ¡tomaaaaaaa!, y Lorenzo toca la guitarra, y Kiko hace el arquero, y en definitiva mi tribu gana a tu tribu por 2 a 1 ;-) Jejejeeee... ¡Hunga!
Adiós, que me da la risa