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Sailor Worlds

Armónicos de la realidad

Armónicos de la realidad No te voy a aburrir, ya sé que el título es raro. Voy a intentar un truco de magia: que te sorprendas al descubrir lo que hay bajo tus pies. Concéntrate al comienzo, y disfrutarás más al final.

Definir la realidad parece sencillo. ¿Tú cómo la defines? Al pensarlo dos veces, te das cuenta de que…, bueno, no es tan sencillo. ¿Por qué? Porque percibimos a la realidad a través de sólo 5 sentidos. La Madre Naturaleza eligió 5 para nuestro disfrute, es lo que hay. A su vez, cada uno de ellos tiene un rango de acción limitado, como nuestra visión que sólo ve del rojo al azul, una pequeña parte de la luz total que baña el espacio, lo que los científicos serios llaman “el espectro electromagnético”. Igual puede decirse del oído, gusto, tacto y olfato: todos son activos dentro de un rango limitado.

Y desgraciadamente, la conclusión es que somos seres así, limitados. No percibimos mucha de la información que fluye a nuestro alrededor. De hecho, es muy poca. Cientos de emisoras de radio y televisión bombardean tu cuerpo ahora mismo con sus ondas cada segundo, sin que lo notes (detente y piénsalo, imagina tu cuerpo atravesado en silencio por voces y músicas inaudibles, quizá llegues a sentir algo parecido al vértigo); y no hablemos de los neutrinos, que atraviesan tus espacios huecos (que son más de los que crees) en cantidades inimaginables. Si captas bien la idea, te marearás un poco. Busca si quieres cuántos neutrinos atraviesan cada centímetro cuadrado de tu piel, y agárrate bien a la silla cuando leas el número.

Pero terminemos de recopilar datos, porque a algún sitio querremos llegar: Somos limitados, y con nuestros sentidos sólo captamos una fracción de la realidad. Y como nuestro intelecto se alimenta de la información que recibe de los sentidos, deducimos que nuestra representación intelectual del mundo también es reducida. Nuestra imagen de la realidad ha de ser necesariamente incompleta. ¿Vale hasta aquí el razonamiento? ¿Dónde acaba este viaje?

A nuestra imagen de la realidad le faltan datos, que suplimos con ayuda de dispositivos como telescopios (que amplían nuestra vista), perros (amplían el olfato), micrófonos ultrasensibles (amplían el oído), etc. Así vamos añadiendo la información que falta para poder decir que sabemos qué o cómo es la realidad.

Como el músico que, a la melodía principal de una composición, añade nuevos instrumentos, cada uno con sus matices propios (armónicos), hasta que la completa. O como el físico que, combinando armónicos, consigue reconstruir la descripción de un fenómeno. Armónicos… hemos llegado al título.

Y todo esto viene al caso de unas pequeñas cucarachas. ¿Cóooomoooo? ¡Sí! He dicho cu-ca-ra-chas. ¿Sorprendido por el giro argumental? ¿Quieres razones? Atento:

Ayer, a eso de la 1:30 de la madrugada, descubrí una pandilla de estos insectos en un armario de la cocina, en el interior de una bolsa con dos croissants. Eran crías, de unos 2mm de largo. ¡Qué ascoooo! Al coger la bolsa, algunas se dieron a la fuga por el armario. ¡Había muchas! Rápido: el insecticida. Flush por aquí, flush por allá, comienzo a toser, ¡cough!, ¡cough!, yo mismo me asfixio con tanto veneno. Finalmente, el armario está limpio (o eso creo…). La bolsa, con 5 o 6 crías dentro que no pudieron huir, es herméticamente sellada y arrojada a la basura. Pero si eran crías… ¿Qué hacían allí, abandonadas a su suerte? Efectivamente, un poco más a la derecha, junto a un sobre de palomitas… ¡Dos centímetros de cucaracha con patas me miraban de frente, oculta bajo una sombra! ¡Me observaba, diría yo! ¡Subidón de adrenalina! ¡Flusssssh, flusssssssssh, flusssssh, flussssh,…!

Terminó finalmente la lucha (desigual a mi favor, por cierto), y la razón se asomó de nuevo a la realidad. La razón es analítica, divide, descompone, entonces comprende y a partir de ahí recompone los acontecimientos. Tras aquella aventura, que ahora traduzco y llamo “mi percepción de un fenómeno”, se escondían armónicos, matices que fácilmente podía haber pasado por alto.

Aquellas pequeñas crías se alimentaban de mis croissants. ¿Qué tiene de raro? Es normal. ¿Dónde está ese lado de la realidad no percibido, ese armónico? Aquí: las cucarachas se alimentaron de pequeños bocaditos de croissant, e incorporaron ese alimento a su organismo, alcanzando sus 2mm de longitud. Lo mismo hizo su madre unas semanas antes hasta alcanzar 2cm. Atención a la descripción OBJETIVA del fenómeno (quien lo dude, que lo diga): el croissant (azúcar+hidratos de carbono), ¡se había convertido en cucaracha! Transmutación propia de un argumento de ficción. Piensa en ello, no sigas leyendo, detente. Moléculas que estaban presentes en el croissant cambiaron de lugar y se reensamblaron en forma de pequeña cucarachita. ¿Puedes caer en la cuenta, como caí yo, de que es INCREÍBLE?

La materia inerte de un croissant, aburrida e incompetente en su bolsa de plástico, se convierte en abdomen, quitina, patitas, adquiere movimiento, vida en definitiva. ¿A esto no lo llamaban milagro en la época de nuestros antepasados cercanos?

He aquí el armónico, superpuesto a la realidad pero muchas veces olvidado: a tu alrededor, en los sucesos más prosaicos y banales, se dan fenómenos de complejidad extrema, inabarcable y vertiginosa, comparables (o superando) al milagro bíblico de los panes y los peces. Ocurre constantemente, frente a tus narices, en ese mosquito que pasa frente a ti, en esa mosca que se posa en tu brazo, increíbles maquinas de altísima precisión, la envidia del mejor ingeniero, estructuras tridimensionales de moléculas muy ordenadas, plenamente funcionales (¡vuelan, nadan, corren, se detienen y te miran…!) emergiendo de moléculas desordenadas como las de un simple croissant.

¿Recuerdas aquél libro de biología aburrido, que tuviste que tragarte para aprobar aquellos exámenes? Vuelve a mirarlo, y lo verás de otra forma: son los planos de funcionamiento de las máquinas vivas, unos dispositivos asombrosos que (si recordamos a Darwin) se han hecho a sí mismos a lo largo de miles de millones de años. Un dios que produjese milagros sería maravilloso, pero un milagro que emergiese por sí solo sin necesidad de un dios… sería el más increíble de los milagros.

Ese milagro está ahora frente a ti, detrás de ti, a tu alrededor y dentro de ti, está en tu iris que se cierra y abre solo, en tu cristalino que enfoca solo, en tu corazón que late solo, en tus intestinos y sus movimientos digestivos de los que casi ni te enteras. Lo viste ayer, y lo verás mañana, pasarás por encima y debajo, pero te pasa lo que a mí: que miras y no ves. Está en esa mariposa, en ese gorrión, puede que hasta en las piedras, está en el resto de actores secundarios que hay a tu alrededor y que siempre son invisibles en tu vida. Resulta que ellos, y tú con ellos, todos sois milagros de una precisión… incomprensible.

Te recomiendo esta película: Génesis, que nos recuerda que dentro y fuera de nuestro mundo antinatural de cemento hay fenómenos que nuestros antepasados veneraban pero nosotros olvidamos.

http://www.babadu.com/peliculas/1/15/index.php


Piensa en ello, y disfruta del vértigo.






P.D.: Todos los razonamientos aquí expuestos han intentado ser tan objetivos como una ecuación de mecánica. Si no lo he conseguido, ya me regañaréis.

3 comentarios

oscar -

Creo que sí lo es.

Ahora una de arena:

Y creo que todo ser vivo es como una hormiga que huye de la mortal suela del zapato de la Selección Natural y su puñetera política de perseguir y aplastar a las más lentas, dejando vivir a las rápidas...

Aunque fuese al revés sería igual de cruel. Pero "cruel" es un concepto demasiado humano.

Y el ente que calza ese zapato se ríe de conceptos tan... humanos.

macarro -

Qué ve una hormiga que tenemos en el zapato? Es capaz de percibirnos completamente?No es el hombre una hormiga en el zapato del universo que no percibimos?

pillo -

Ya era hora de que aparecieras y dieras la cara!. Bueno, mas vale tarde que nunca. Espero verte mas a menudo metiendo cizaña.

Leyendo tu articulo invitando a la reflexion sobre las maravillas de la naturaleza que nos rodean me ha venido a la cabeza algo que pense no hace mucho. Es simplemente que la cotidianidad no nos deja ver la belleza. Si ademas no contamos con unas gafas de vision "espectroscopica" pues peor me lo pones. Apuesto a que aunque mañana nos levantaramos con ese nuevo sentido al poco tiempo nos acostumbrariamos. Igual que el tio que vive rodeado de montañas verdes, alla en Edimburgo, le atraen los dorados campos de Castilla y viceversa.

El boom de los viajes a destinos "exoticos" tiene la misma explicacion que las audiencias de los programas de TV mas deleznables. La gente se aburre de si misma y de lo que tiene mas cerca. Tiene que vivir la vida de otros y ver otros paisajes distintos del de todos los dias (claro que maravillarse de los atascos diarios tampoco es la bomba. Pero tampoco decias tu eso)

Yo pienso qie incluso aunque tuvieramos la sensibilidad necesaria para ver toda esa maravilla que dices (y que creo a pies juntillas, eh) estariamos en la misma situacion del tio ese que rodeado de diamantes no tiene que comer.

Quiza la sabiduria consista en esto. Conformarse con lo que hay y saber disfrutarlo.