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Sailor Worlds

Relatos Varios

El niño pintor II

El niño pintor II Les había puesto con la caligrafía para así poder descansar el pensamiento unos minutos. Me senté en la vieja silla y me acerqué a la mesa de madera sobre la que apoyé los antebrazos. Desde lo alto de la tarima podía observarlos a todos con facilidad afanados en la tarea de escribir excepto Tito que no parecía dispuesto y miraba a todos los lados con cara aburrida. De repente levantó su pequeña mano.-Puedo pintar?-Primero debes terminar con las dos páginas de la caligrafía-Acabé hace rato-Tráela hacia aquí para que lo vea.Pude comprobar que había acabado con bastante buena maña lo cual me sorprendió gratamente pues parecía que el chaval se aplicaba bien en sus tareas cuando me fijé en la punta de su bota derecha sobre la que reposaba una mancha roja que se me antojó como sangre. Recordé mis doloridas espinillas y el suceso de la mañana que tantos problemas me había causado.-Ve a tu sitio y recuerda que cuando acabemos iremos a tu casa a ver a tus padres-Puedo dibujar?-Ya que escribes tan bien vas a hacer una redacción en la que cuentes algo que te parezca…No sin mala cara aceptó después que logré explicarle de qué se trataba el ejercicio. Era un niño sin duda excepcional que sin embargo causaba problemas. Porqué le había propinado tales patadas? Después de una media hora se dispuso a recoger los cuadernos de caligrafía de los pupitres a la vez que les animaba a dibujar algo en la otra media hora que aún restaba para dar por concluido el largo día de clase. Abrió el cuaderno para leer la redacción. El título era definitivamente lo mejor “Mi profesor es un mierdecilla” ya que en las escasas tres líneas restantes sólo había una sucesión de adjetivos hirientes con que calificaba a su persona. -Es ya la hora, podéis ir recogiendo y marchar a casa.Uno de los niños lloraba por no encontrar su gorro en la percha por lo que estuve preguntando a la vez que buscábamos sin ningún éxito tras describirlo a los demás en voz alta. El gorro de escafandra blanco había desaparecido sin explicación.Me incliné hacia Tito, que se disponía a recoger su abrigo y le pregunté si tenía ago que ver. Ante su mutismo cambié el tercio y le expliqué mi plan innegociable de ir con él hasta su casa. Con cara de pocos amigos Tito se puso el abrigo lentamente sin dejar de mirarme.Salimos a la calle y caminamos hacia la vieja iglesia del barrio, donde los chavales algo más mayores jugaban al fútbol en unas improvisadas porterías que habían hecho juntando unas cuantas piedras. No dejaba de observar a Tito que por momentos parecía que iba a echar a correr intentando darme esquinazo. Era evidente que no aprobaba mi iniciativa social y de alguna manera y sin mediar palabra sabía darlo a entender.Pregunté una vez más dónde me llevaba. Habíamos cruzado ya tres calles fuera del casco antigüo y comencé a pensar si no se habría perdido. Por otra parte me era extraño que un niño tan pequeño pudiera ir al colegio solo desde tan lejos. Ahora indicaba a la izquierda detrás del quiosco verde y al poco a la derecha del árbol grande. Perdiendo la infinita paciencia que estaba teniendo aquel día cogí del brazo al chico y con voz más fuerte le animé a que me dijera cuánto faltaba. Observé al incomprensible chaval cuya mirada dejaba ver la confusión que le sumía o así lo quise entender entonces en los instantes eternos que transcurrieron hasta que Tito abrió los labios al fin.Es aquí cerca, la próxima calle.A esa hora en que la temprana noche de invierno se envuelve en la soledad de las calles, caminaban profesor y alumno una barriada de aspecto más triste y callada. Llevaban al menos ya media hora dando vueltas para llegar a aquella calle que daría por terminada su odisea. Había sabido imponerse al fin a aquel monicaco de apenas cuatro años que llevaba ya meses sacándole de quicio. Hablaría con sus padres y les haría conocedores de sus incomprensibles trastadas. Mientras doblaban la “última” esquina se acordó de aquella vez en que lo había castigado por levantarse de su asiento mientras él hablaba a la clase. Por levantarse y por caminar hasta la pizarra ante su cándida mirada, a la que no daba crédito al ver lo que aquél dibujaba entre las primero risas y después carcajadas del resto de los chavales. Le había pedido explicaciones preguntándole por aquello y éste tranquilamente había respondido con:-Es una po-lla.Al fin pararon ante el portal. Tuvo que volver a preguntarle en tono algo más serio cada vez -de un total de al menos seis - para que éste accediera a facilitarle el piso al que llamar en una casa con bajo y cuatro alturas con izquierda y derecha. Se había quedado algo tocado de la garganta debido a los gritos más recientes en que no había dosificado propiamente y que habían hecho que algunas persianas del vecindario se levantaran para satisfacer la necesidad de la curiosidad que el escándalo que estaba dando había provocado. Buscó el su maletín el pañuelo para descubrir dentro un gorro de escafandra blanco…-Dónde quiere ir a parar? -No quiero parar, exijo que me escuche hasta el final para sacar conclusiones.El cuarto derecha, había dicho el mocoso.Llamó al telefonillo y Tito respondió con un “yo” a la pregunta que una voz de mujer hacía. Tras oír el zumbido del resbalón de la puerta la empujó con fuerza y obligó a pasar al niño al interior del portal camino de las escaleras de subida. Se creció ante su victoria final ante el derrotado Tito, que subía las escaleras sin ninguna prisa. Tres para arriba y dos hacia abajo. Comenzó a explicarle amenazante lo que le contaría a sus padres mientras le arrastraba de cuando en cuando por las escaleras. Tardaron escasos diez minutos en subir los cuatro pisos y se plantaron al fin ante la última puerta de la casa. Se sonrió al percibir a un tembloroso Tito que se había quedado inmóvil sin poder llamar y alargó el brazo hasta la consola del timbre para presionar dos veces triunfante.

-Dindong, dindong!

-Ya vá!.

Unos pasos se acercaron hasta llegar detrás de la puerta, que se abrió para dejar ver una señora de unos cuarenta años, morena y con unos rulos de color rosa sobre la cabeza que sin duda no era ajena a lo que se avecinaba por la expresión de su cara.-Buenas tardes, balbuceó Juana, cambiando la sonrisa inicial después de haberse hecho con la situación.Su mirada era directa y nerviosa, a intervalos rápidos que iban del niño al adulto y viceversa despidiendo electrones de negatividad que dedicaba generosamente a ambos. Entendí que no era la primera vez que ésta debía reprender a Tito y que mi presencia era claramente otro reporte de malas conductas de su hijo que la volvía loca de desesperación continuamente.-Buenas tardes señora.-Dígame qué desea que estoy muy ocupada.-Soy el profesor de su hijo, que no tenía el gusto de conocerla y que me he acercado hasta su casa con objeto de hablar, si tiene un momento de la educación de su hijo…-De mi hijo?De cuál de ellos?-De Tito, claro.-Querrá usted decir de mi Antonio-Bueno, Tito… este chaval, dije acariciándole la cabeza.-Pero qué dice usted? Yo a este chaval no le conozco de nada, ni entiendo de qué me está hablando oiga. Quién le ha dicho a usted que este chaval es mío?-Perdóneme usted, el niño me ha traído hasta aquí engañado… Me despedí avergonzado de la tremenda señora que había cerrado con un portazo.La rabia me consumía por dentro pero mantuve la compostura casi todo este segundo viaje no sin propinar algún que otro coscorrón a aquel demonio con forma de ángel que me llevaba de nuevo en dirección a la escuela. Literalmente en el edificio de detrás de ésta se encontraba la casa del arrapiezo al que había creído sorprender sonriendo … no sería por mucho tiempo más.Sin duda no fue así como sucedió

El niño pintor

El niño pintor

Capítulo I- Enero

La grisácea mañana de lunes se presentaba monótona y las caras de las madres que habían acercado a los niños al colegio reflejaban  el comienzo de una semana más de frío invierno en la ciudad. Entre las bufandas y los gorros se hacían apenas visibles unos ojos  entrecortados por el denso vaho que exhalaban sus cuerpecitos. Aún faltaban diez minutos para la apertura del centro aunque si conseguía llegar a la puerta permitiría que los niños entraran a refugiarse del gélido viento que afortunadamente no soplaba fuerte.

-Ya, entiendo. Puede intentar explicarse con un poquito menos de detalle señor López ? Vaya al grano, le pido por favor y déjese de retórica.

-Buenos días niños. Buenos días, qué tal?

Introduje con torpeza la llave para comprobar con sorpresa que estaba ya abierta. Empujé la puerta y busqué con la vista hallando a don Julián tras la mesa del pequeño despacho que hay al fondo del pasillo que levantaba la mano con una sonrisa. Era una persona entrañable, el director del colegio, que sin duda se había adelantado aquella mañana para caldear algo más el pequeño edificio después del fin de semana. Se recordaba después volviéndose hacia los niños y animándoles a cobijarse dentro cuando aquel dolor punzante proveniente de su espinilla le había provocado el acto reflejo causante del lamentable incidente. Había golpeado, aunque sin intención la cara de un niño con el maletín que aún sostenía, haciéndole sangrar por la nariz. Aquellas señoras que le acusaban no tenían toda la información y creyeron ver en él a un educador agresivo con los pobres alumnos.

-Hablaban también de que usted estaba como loco, fuera de sí

Me sobrevino entonces inmediatamente una segunda patada en la otra espinilla que me hizo ver las estrellas y que explica mi cara desencajada a sus ojos. Se abalanzaron las tres sobre mí agresivamente y no tuve más remedio que echarme hacia atrás para evitar el segundo bolsazo en la cara, perdiendo el equilibrio hasta caer hacia atrás

-Así explica los otros tres niños con contusiones varias, pero a cuento de qué sacó su navaja, para defenderse o acaso tomarse la venganza por su cuenta? Entiendo que es una pregunta difícil

El maletín se había abierto al caer y mis pertenencias cayeron conmigo. Una de las señoras muy amablemente se decidió a ayudarme a levantar asiéndome fuertemente por el pelo mientras la amiga me enseñaba de cerca el tacón de aguja de su zapato. Medio ciego traté de recoger las cuatro cosas entre las que estaba mi cuchillo del desayuno ahora que me habían dejado algo más de espacio en el que poder respirar el spray tóxico antiosos de la tercera señora que allí se me rifaba.

-Y se decidió a huir.

Acerté a ver a otra más que le quitaba el bate de béisbol a un niño y me asusté con el sonido que hacía al chocar con mis costillas.

-Siga escuchando y le ruego no me interrumpa mi querido señor García de la Vega, que me despista un tanto.

La mañana no había podido comenzar mejor, me dije durante el recreo de mediodía y en actitud más optimista, cuando el sol engañaba durante unas horas aquella mañana de principios de enero. Antes de que finalizara el día debía entrar a hablar con don Julián y aclarar el malentendido como fuera. Debía recuperar laconfianza en la humanidad y en mi mismo por lo que decidí no volver a mirarme al espejo tratando de olvidar las heridas de la cara, el labio y el ojo morado. Tampoco me dolía tanto después de todo y en la vida todo son experiencias.

-No sé si mi optimismo raya con bobo, pensé

 Cruzé el patio con decisión aunque baldado por la paliza, no pudiendo evitar sentir las miradas de las otras dos profesoras del centro sin duda enteradas ya a su manera del suceso del día.

Vamos a repetir todos en alto la tabla del tres. Tres por uno tres…Allí estaban los angelitos aprendiendo los fundamentos que les llevarían algún día lejos en la vida. Había sin embargo entre ellos alguno de la piel del diablo, o quizás alguna confabulación comunista?. Se fijó en Tito. Porqué aquel niño no repetía la tabla como el resto?. Me dirigí caminando lentamente hacia él , tres por nueve veintisiete, tres por diez treinta.  

-Cree usted que todo esto es necesario? Deberíamos ceñirnos al caso y acabar de aclarar lo que allí sucedió esa mañana. Me está usted saltando de lado a lado y le insisto que preferiría hechos concretos.

-Yo soy el cliente

-Yo su abogado, pero si persiste acabaré pasándole también minuta de psicólogo.

-Solamente le diré que tengo motivos para contarle ahora y primero esto

-Prosiga pues, pero tendremos que volver a los hechos de la acusación que se desarrollan en esa mañana.

-A ver Tito, porqué no dices la tabla con tus compañeros?. Seguí preguntándole en voz baja sin conseguir que el niño pronunciara palabra aunque me dedicaba una espléndida sonrisa estúpida. Habría sido el causante de todo?

-Vamos ahora con la tabla del cuatro, concluí en voz alta, dejando por el momento y por imposible la cuestión “Tito”.

Definitivamente era un niño raro con una mirada siempre desconcertante que sin embargo conseguía excelentes resultados en las pruebas del curso de primero de educación básica que él tenía a su cargo. No paraba de reírse, aún consciente de los gestos de desaprobación que le estaba dedicando. Tenía que hacer algo con él. Decidí que al finalizar la clase le acompañaría para hablar con sus padres.

La tarde caía lenta pero inexorable…

-Ejem, señor López, se enrolla otra vez

-Disculpe, la costumbre…

Fin Episodio 1

recuerda esto la próxima vez que vayas al zoo

recuerda esto la próxima vez que vayas al zoo Ric O`Barry fue el entrenador de delfines mejor pagado del mundo. Desde hace 30 años trabaja en el proyecto Delfín para buscar una alternativa al estanque de cemento de los zoos. Los delfines salvan la vida delos hombres. Hay documentos griegos que lo explican y muchos testimonios de la II Guerra Mundial, muchos paracaidistas cuando caían al mar y eran ametrallados, los delfines los llevaban a tierra. Se acercan a nosotros porque les producimos curiosidad, tienen un cerebro mas grande q el nuestro y están plenamnte desarrollados y formados desde hace 65 millones de años. Ric O`Barry trabajó para la Armada norteamericana, capturaba delfines y los preparaba para utilizarlos en combate. Allí nació el proyecto Flipper. A los delfines los llaman “arma biológicamente avanzada”, los norteamericanos en la década de 1970 tenían 1000, los rusos 500. Ric fue millonario gracias a los delfines, era el entrenador mejor pagado del mundo, cambiaba de Porsche cada año. El cambio de Ric a pensar diferente fue cuando una delfina “Cathy” murió en sus brazos en 1970. Cathy se suicidó. Los delfines no respiran automáticamente, cada inspiración es un reflejo de conciencia, por eso no duermen. Cathy no quiso respirar. Esto ocurre en muchos acuarios pero los VETERINARIOS no son leales con el paciente sino con el cliente. La cautividad mata. Su sonrisa es la gran mentira de la naturaleza, tenemos la sensación q son felices pero es imposible q lo sean encerrados en un tanque de cemento. Los delfines viven en un mundo de sonidos, se orientan acústicamente mediante un sonar.En un estanque de cemento Se vuelven locos (es como si tuviéramos metidos en el oído una nevera 24 horas). Sería necesario dejar de hacer espectáculos circenses con ellos, es una tortura. Es el único animal que en el zoo tiene que hacer cabriolas para comer. No quieren a sus entrenadores, quieren el pescado. En los últimos 20 años han muerto atrapados entre siete y diez millones en las redes atuneras y hay países que siguen matando delfines. Recuerda esto la próxima vez que vayas al zoo, ellos están dispuestos a salvar tu vida. versión de elrayoverde de una entrevista a Ric O`Barry por I. Sanchís.